lunes, 29 de mayo de 2017

PORQUE LO DIGO YO...

Ya sabemos que la adolescencia es una etapa difícil. Como bien comentábamos en la entrada Cómo convivir con un adolescente, hace unas semanas, es un momento de muchas de tensiones en casa con momentos difíciles de controlar; siendo muy habitual que caer en la falta de paciencia y en el abuso de nuestra posición: "Porque lo digo yo que soy tu madre/padre" ¿Cuántas veces hemos oído o dicho esa frase? Y otras similares:  "Lo que pasa en casa de Fulanito, no me interesa..." , "Mientras vivas en esta casa...", "Si Manganito se tira al río...", "Si haces los deberes...", "Si traes buenas notas te compraré/llevaré...", "Sí suspendes te quitaré...".


Tradicionalmente nos han enseñado que podemos imponernos y decidir sobre nuestros hijos. Nos enfadamos con ellos, convertimos nuestra casa en una batalla y no existe un diálogo, una escucha ni una negociación. ¿Todo lo hacemos por su bien? ¿O por el nuestro?

Lo que está claro es que las imposiciones, las amenazas y los chantajes emocionales no funcionan. Abusar del grado que tenemos como padre/madre, como si nos concediera una prioridad y nuestra verdad fuera la única y absoluta no es educar
La Real Academia de la Lengua define "educar" como:

Del lat. educāre.
1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar.
2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc. Educar la inteligencia, la voluntad.
3. tr. Desarrollar las fuerzas físicas por medio del ejercicio, haciéndolas más aptas para su fin.
4. tr. Perfeccionar o afinar los sentidos. Educar el gusto, el oído.
5. tr. Enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía.
 
Educar significa por tanto, aportar las herramientas necesarias para que el individuo pueda construir la mejor vida posible. Son muchas las ocasiones en las que tendemos a realizar un abuso de nuestra autoridad con nuestros hijos/as, pensando que lo hacemos por su bien y para "educarles". La pregunta es: ¿Podemos llamar a esto educación? ¿Realmente mi hijo/a está aprendiendo algo de esta manera? La respuesta es muy simple: No. Únicamente están  obedientes pero no les hemos enseñando nada. 
La ciencia llama neuronas espejo al grupo de células que se activan en nuestro cerebro y nos permiten imitar. Son las encargadas de hacernos bostezar cuando otra persona bosteza delante de nosotros, o de que imitemos la acción de otra persona sin saber muy bien por qué. Si con un niño o un adolescente utilizamos el adoctrinamiento, si le exigimos esfuerzos pero no se los valoramos, si nos pasamos de exigentes y no cedemos nunca; lograremos un niño o un adolescente autoritario porque eso es lo que ha aprendido: a no dialogar, a no escuchar, a no valorar, a no admitir críticas, a no respetar, a no pararse a reflexionar, a no gestionar bien las emociones y a no saber controlarse.

"Ya se lo he quitado todo y no le importa nada". 

¿Cuántas veces hemos oído los profesores está frase de las familias? Ya os lo digo yo, muchísimas. "Sino estudias, no hay play". Esta estructura se repite en la mayoría de las familias en numerosas ocasiones a lo largo del curso escolar. Cuando utilizamos un chantaje emocional utilizando esta fórmula con nuestros hijos, les estamos transmitiendo la idea de que es nuestro capricho retirarles sus cosas. Los niños no van a aprender por qué razones lógicas deben hacer los deberes, estudiar o recoger su habitación por su propio bien. Muy al contrario, les estaremos generando un sentimiento hacia nosotros de rencor que no ayudará a su aprendizaje; además de transmitirles unos valores totalmente contrarios a los que buscamos establecer. 

Llegados a este punto, es muy necesario revisar qué puede estar pasando. ¿Cuál/cuáles pueden ser los motivos de haber llegado a este límite? Si nos centramos a nivel escolar, ya hablamos en otras ocasiones que un niño, un adolescente e incluso un adulto no puede aprender sino está motivado. Son muchos los factores que pueden influir en los buenos resultados académicos del alumnado: condiciones personales, motivación  e interés, características del grupo-aula,... Factores internos pero también factores ambientales. Un niño que vive en un ambiente familiar donde se establece el conflicto como forma de relación de diaria, no puede estar motivado para aprender. Son numerosas las ocasiones en las que padres y profesores atribuimos el mal rendimiento del alumno o un mal comportamiento a su falta de interés, a la vagancia o dificultades de aprendizaje. Pero  solo se necesita"rascar" un poco para ver que el origen de esa situación del niño se encuentra muchas veces en variables que él no puede controlar. Suelen ser niños que presentan serios conflictos internos y bloqueos emocionales que les afectan indiscutiblemente en todos los aspectos de sus vidas, y el escolar es lógicamente uno de ellos. Son como yo les llamo, supervivientes de sus propias familias. No podemos pedirle a un niño que tenga unos resultados académicos, un orden en su vida y unos hábitos cuando está viendo que los adultos tampoco los tenemos. Quizás el tener solo dos materias suspensas en un momento determinado es para ese niño todo un logro y no alrevés.

Si revisamos la definición de la RAE, "educar" significa acompañar y estar presente, dándoles herramientas para que puedan volar solos. En el momento en el que utilizamos este tipo de frases, no les estaremos dando herramientas sino cayendo en el chantaje emocional. No se trata de cuestionar a quién en un momento dado, llevado por el agotamiento lo lleva a la práctica, sino de ser conscientes de lo que supone para su desarrollo afectivo y ver que esa no es la solución. Un ejemplo de este tema lo resumen muchos profesionales en lo que llaman estilos parentales de educación. Esta imagen de internet los resume muy bien:


Si nos centramos en el ámbito académico, hablar en familia de su futuro y de los estudios que quieren realizar no solo es necesario sino que es además importante. Un niño que no recibe el mensaje en casa de que el tema escolar  es importante, un niño que falta a clase y se le justifica todo, que ve como se cuestiona en las comidas al profesorado... crecerá pensando que su educación académica no es necesaria para su futuro. No hace falta recordar lo necesaria que es una buena coordinación de la familia con el centro. Luego, no podemos exigir peras al olmo...

Por otro lado están las expectativas que nos hemos marcado. En ocasiones los conflictos surgen cuando lo que tenemos planteado no nos encaja con la realidad que tenemos delante. Cuando, por ejemplo, nos hacemos imágenes ideales de su futuro y se las exigimos. Una familia que tiene unas expectativas desajustadas con su hijo no puede transmitirle una imagen de sí mismo adeacuada. Unas frases tan lapidarias como "vas a estudiar bachillerato porque lo digo yo", "en esta familia todos estudiamos una carrera", "cómo vas a estudiar esto o lo otro", pueden acarrear unos problemas afectivos a un niño que no está preparado para superar esos estudios muy serios. Es muy importante, conocer a nuestros hijos: sus puntos fuertes pero también los débiles, sus dificultades, sus intereses, sus gustos... así como recordar que lo quieren hacer en la vida, lo deben de elegir ellos. Como hablamos estos días en las charlas de orientación académica en el aula ¿Quién elige sus optativas académcias?, ¿Quién decide si hace o no bachillerato?, ¿Quién debe elegir su plan de vida? 

Echa un vistazo a este vídeo:



En conclusión, debemos transformar estas expresiones en otras que supongan un punto de vista más motivador para el niño, en las que les expliquemos las razones y las consecuencias directas de sus actos para que sean conscientes de lo que suponen. No es lo mismo decir "si no estudias, no vas a salir el viernes" que decir "si no estudias para este examen, lo más probable es que no te alcance la nota para hacer enfermería". Esta claro que supone un ejercicio de tiempo, interés y dedicación en el que debemos permitirles conocer los riesgos, que tomen sus decisiones y que se equivoquen. Eso sí, dejándoles también claro que estaremos cerca cuando nos necesiten. ¿Y si el riesgo es demasiado alto? Si el daño que puede ocasionar sus decisiones puede ser irreversible, entonces "solo por esta vez" nuestra tarea será cuidar no educar. Ya educaremos en otra ocasión. 

A veces solo hace falta echar nuestra vista atrás...





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