El objetivo de las cámaras fotográficas nos permiten en la actualidad ver otras realidades distintas a la nuestra. Steve McCurry, foto periodista norteamericano que ha trabajado más de treinta años para la conocida revista National Geografic, conmocionaba al mundo en el año 2013 con 22 imágenes sobre la explotación infantil en oriente. Lamentablemente esta situación sigue persistiendo unos años después.
Hoy se celebra el Día Internacional contra el Trabajo Infantil y la prensa se llena de reportajes. Un ejemplo lo tenemos en El País, que dedica nada menos que diez reportajes al tema. Una lectura más que recomendable. Pero lo cierto que los datos que se siguen ofreciendo son escalofriantes:
"Unos 168 millones de menores son víctimas del trabajo infantil en el mundo, según las últimas estimaciones de la Organización Mundial del Trabajo" cita El País.
Con estos datos y con este mundo en el que vivimos, donde a los más inocentes se les sigue robando su infancia, me viene a la mente un poema del gran Eduardo Galeano que descubrí hace relativamente poco tiempo y que bien puede aplicarse a esta triste situación:
Los Nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.
Ya lo dijo el Sombrerero Loco (Alicia en el País de las Maravillas):
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