PÍLDORA DE ORIENTACIÓN PARA FAMILIAS: “WHATSAPP ESCOLAR: CUANDO EL GRUPO SE CONVIERTE EN RIESGO”
Cada vez son más los menores que reciben su primer teléfono móvil a una edad muy temprana, como por ejemplo siendo este el regalo estrella para la Primera Comunión. Pero lo que en principio parece una herramienta útil para localizarles o ayudarles a integrarse en clase; puede llegar a convertirse en una vía de acceso a contenidos inadecuados, conversaciones y dinámicas para las que no están cognitiva ni emocionalmente preparados.
En concreto, si hablamos de los grupos de WhatsApp entre compañeros, estos pueden convertirse, en determinadas ocasiones, en espacios donde surgen conflictos, presión social o faltas de respeto, especialmente cuando no se hace un uso adecuado de la herramienta.
Para muchos menores existe una sensación de impunidad. Creen que lo que comparten en el grupo es invisible para los adultos, que se puede borrar fácilmente. Sin embargo, todo lo que se publica, reenvía o comenta en el entorno digital deja huella. Esa huella digital es el rastro que dejamos en internet, y puede permanecer mucho tiempo, incluso cuando creemos haberlo eliminado. Capturas de pantalla, reenvíos o copias hacen que el contenido se multiplique y escape al control del menor.
Como padres, es nuestra obligación estar al corriente de los riesgos que esto implica, de las responsabilidades legales que conlleva y de la necesidad de establecer límites claros, normas de uso y de realizar un acompañamiento educativo desde casa. Porque el móvil no es solo un dispositivo: es una puerta abierta a un mundo que necesita guía, respeto y responsabilidad.
EL GRUPO DE WHTASAPP, ¿QUÉ ESTÁ
PASANDO?
En España, la edad mínima legal para usar WhatsApp es de 13 años. Esto significa que un niño menor de esa edad no debería tener perfil en la aplicación, aunque en la práctica muchos lo usan desde edades más tempranas.
Los grupos de WhatsApp entre escolares se han convertido en algo habitual. Lo que comienza como una herramienta útil para compartir dudas sobre tareas o quedar con amigos, puede transformarse en un espacio donde falla el respeto y no se miden las consecuencias.
A menudo, no hay mala intención. Simplemente no saben usarlo bien. El entorno digital evoluciona tan rápido como ellos, y muchas veces no tienen referentes claros sobre lo que está bien o mal.
Para nuestros adolescentes, hacer GIFs o memes con la cara de un compañero, reenviar un vídeo sin permiso o compartir una conversación grabada puede parecer una broma, una forma de entretenerse o de integrarse en el grupo. Pero el problema llega después, cuando hay que asumir las consecuencias de esos actos. Y esas consecuencias pueden ser legales.
Existen varios tipos de ciberacoso:
1.
Ciberacoso verbal: Este tipo de acoso se basa en el uso de
palabras para amenazar, humillar, intimidar, calumniar o difundir rumores sobre
otra persona dentro del entorno digital, como puede ocurrir en los grupos de
Whastapp escolares.
2. Ciberacoso visual: Incluye aspectos como la difusión de imágenes, vídeos o elementos gráficos para tratar de humillar, exponer, ridiculizar, chantajear o dañar a otra persona en el entorno digital. La difusión es rápida y difícil de detener. Una vez compartido, el contenido puede permanecer en internet indefinidamente, lo que agrava el daño emocional y dificulta la recuperación de la víctima.
3. Ciberacoso sexual: Hablamos de grooming para referirnos al acoso derivado del envío de mensajes con insinuaciones sexuales repetitivas, solicitud de imágenes/vídeos íntimos o la difusión de contenidos visuales comprometidos de la otra persona sin permiso de esta. También se incluyen la creación de perfiles falsos para ridiculizar a alguien con contenido sexualizado.
EL COSTE EMOCIONAL
Según el informe “El dilema digital: La
infancia en una encrucijada” publicado por Qustodio en enero de 2025 y
realizado entre varios países como España, Francia, Reino Unido, Estados Unidos
y Australia); el 70% de los menores entre los 10 y los 15 años cuenta con
teléfono móvil, siendo el porcentaje superior al 96% cuando hablamos de niños y
niñas de más de 15 años. Pero es que, además, según este estudio, los menores
españoles son los que más tiempo pasan en redes sociales, siendo este de media
67 minutos diario y encontrándose la aplicación del Whatsapp como la más
popular. Hablamos, por tanto, de una herramienta totalmente integrada en su
modo de vida desde edades cada año más tempranas.
¿Qué ocurre cuando se entrega a un menor una
herramienta tan potente como WhatsApp sin una preparación adecuada? Está claro
que Whatsapp no es una herramienta peligrosa en sí misma, o no debería serlo.
El problema surge cuando no se utiliza adecuadamente.
A través de este tipo de interacciones
digitales, muchos menores a construyen una imagen de sí mismos desajustada que
busca agradar a los demás sin expresarse de manera auténtica. Las redes
sociales les devuelven un mundo ficticio lleno de expectativas irreales que les
generan una constante inseguridad, así como una gran insatisfacción personal.
En esta etapa
de desarrollo, los adolescentes viven pendientes de la aprobación
externa, bien sea a través de emoticonos, “likes” y respuestas inmediatas que
les hagan sentirse valiosos.
Hablamos de menores altamente influenciables,
con mucho miedo a sentirse socialmente excluidos, y que, a pesar de estar
aparentemente “conectados” experimentan sentimientos de soledad, ansiedad,
problemas de concentración… así como una fuerte inseguridad constante cuando no
reciben respuestas inmediatas. Aspectos de sobra analizados y demostrados en
estudios sobre salud mental en adolescentes.
Pero vamos a centrarnos en el uso del
Whatsapp. Utilizar esta aplicación en plena adolescencia es conducir una
bicicleta sin frenos en plena bajada. Cuando ponemos en manos de un menor un
teléfono móvil y, además, le permitimos participar en grupos de Whatsapp,
debemos tener en cuenta que les estamos dando una poderosa herramienta que
puede facilitarle las relaciones sociales con sus amigos, pero también puede
convertirse en una fuente de conflicto.
La velocidad con la que se envían y reciben
mensajes; la necesidad imperiosa de responder y que te respondan al instante;
la presión por encajar en el grupo y el miedo a quedarse fuera; contribuyen a
que muchos adolescentes utilicen esta y otras aplicaciones, sin filtro y sin
tiempo para reflexionar.
Ya no hablamos de nuestra adolescencia,
cuando nos despedíamos de nuestros amigos hasta el día siguiente y aquel
desencuentro “lo dejábamos enfriar”. Ahora esos pequeños conflictos no se
apagan, sino que siguen alimentándose durante casi las 24 horas, reavivándose
con cada mensaje, cada silencio, cada captura compartida… lo que lleva a
nuestros menores a encontrarse sobrepasados con pequeñas situaciones que acaban
haciéndose una gran bola emocional de la que son incapaces de salir.
Hablamos de una herramienta digital que ha
dejado de ser una vía para intercambiar comentarios sobre tareas o deberes
escolares; para transformarse en un canal privado mediante el que pueden llegar
a volar memes contra compañeros, gifs, vídeos inapropiados, capturas de
pantalla de conversaciones privadas o audios ofensivos. Un espacio que puede
llegar a estar muy mal utilizado en el que se lanzan mensajes hirientes,
burlas, o directamente se expulsa a compañeros. Hablamos de situaciones que,
aunque puedan parecer triviales, en realidad pueden terminar en una denuncia
legal.
El estrés al que puede llegar a estar
sometido un menor, víctima de ciberacoso puede afectar profundamente a su
bienestar emocional y psicológico. La sensación de amenaza constante, el miedo
a consultar el teléfono, la preocupación por lo que se está diciendo o
compartiendo sobre él o ella en grupos de WhatsApp, pueden generar una carga
emocional difícil de gestionar. Esta situación puede derivar en alteraciones
del sueño, problemas de concentración, bajo rendimiento académico, aislamiento
social, trastornos en la alimentación e incluso síntomas depresivos.
Como familias, debemos entender que dar un
móvil con acceso a WhatsApp no es solo una decisión tecnológica, sino una
decisión educativa que requiere acompañamiento, diálogo y normas claras.
CONSECUENCIAS LEGALES PARA LAS FAMILIAS
Cuando dejamos que un menor participe
activamente en redes sociales o aplicaciones como Whatsapp debemos tener en
cuenta que los últimos responsables del uso que haga a las mismas, somos sus
padres.
Es importante conocer que, más allá de la
intención del menor, existen implicaciones legales que las familias deben tener
presentes para poder actuar con responsabilidad y anticipación.
Existen diferentes tipos de
responsabilidades:
1. Responsabilidad civil: el artículo 1903
del Código Civil español establece que los padres o tutores legales pueden
ser responsables civilmente por los daños causados por sus hijos menores cuando
estos provocan perjuicios a terceros. La responsabilidad civil es patrimonial,
lo que significa que los progenitores pueden verse obligados a indemnizar
económicamente a la víctima por los daños físicos, morales o afectivos
ocasionados. Esto incluye tanto los perjuicios materiales (como gastos médicos
o escolares) como los daños emocionales derivados del acoso, la humillación o
la exposición pública.
2. Responsabilidad administrativa: Se considera una
infracción de la normativa de protección de datos la difusión de información
sin consentimiento a través de Internet, como imágenes, vídeos, audios o datos
personales de carácter sexual, violento o identificativo. Esta conducta puede
derivar en una multa, que deberá ser abonada por los padres o tutores legales
en caso de que el infractor sea un menor de edad. Esta responsabilidad se
aplica tanto a quien obtiene ilícitamente los datos (por ejemplo, grabando sin
permiso o accediendo a contenido privado), como a quien los difunde o publica
sin el consentimiento de la persona afectada.
3. Responsabilidad penal: en España los menores
de 14 años no pueden ser juzgados penalmente, pero a partir de esa edad, el
Código Penal establece que sí pueden responder por sus delitos relacionados con
el ciberacoso. Las medidas en este caso varían en función de diferentes
factores como su nivel de madurez, la gravedad de los hechos, los antecedentes…
Normalmente entre las consecuencias no son como en el caso de los adultos, pero
sí son serias, y pueden incluir desde trabajos a la comunidad, a libertad vigilada
e incluso ingreso en centros de menores.
¿QUÉ PODEMOS HACER LAS FAMILIAS?
En el contexto actual, el papel de las
familias es determinante. Si como padres o madres decidimos entregar un
dispositivo móvil a un menor, también debemos asumir la responsabilidad de
enseñarle a utilizarlo correctamente. Aspectos como configurar la privacidad,
establecer límites y normas claras, y abrir el diálogo sobre su uso son
fundamentales para que el menor aprenda a utilizarlo con responsabilidad.
1.
La importancia de enseñar, antes de entregar.
Antes de poner un teléfono móvil en manos de
un menor, es fundamental acompañarlo para que aprenda a hacer un uso
responsable. El dispositivo no debe entregarse sin más, sino como parte de un
proceso educativo que incluya reflexión, diálogo y normas claras.
Esto
implica:
-
Establecer
horarios y lugares de uso concretos.
-
Marcar
unos límites y unas normas consensuadas en casa, y asegurarse de que el menor
comprende por qué existen esas reglas y cómo aplicarlas.
-
Si
el móvil es heredado, reestablecerlo de fábrica antes de entregarlo. Esto
permite eliminar contenidos, configuraciones y accesos que no son adecuados
para el menor, y empezar desde cero con una configuración adaptada a su edad y
nivel de madurez.
-
Conocer
siempre la contraseña.
Algunos hábitos
recomendables:
1.
Utilizamos
el móvil con responsabilidad. Durante el día y en espacios comunes.
2.
Solo
se utilizan las aplicaciones revisadas y autorizadas en casa previamente.
3.
Protegemos
nuestro móvil con métodos de desbloqueo seguros como la huella digital o el PIN.
4.
Creamos
contraseñas seguras (mayúsculas, números, símbolos) y no las compartimos ni con
amigos ni con parejas.
5.
Vinculamos
el correo de recuperación a uno de nuestros padres.
6.
Mantenemos
nuestros perfiles en redes sociales privados.
7.
Usamos
la cámara de forma respetuosa. No grabamos ni compartimos imágenes sin
consentimiento.
8.
Cerramos
siempre la sesión en redes, correo y plataformas para proteger nuestra
privacidad.
9.
Utilizamos el móvil con
conciencia y equilibrio. No dejamos que interfiera en nuestras
relaciones, descanso o estudio. Establecemos momentos para desconectar.
10. Fomentamos
el respeto en los grupos digitales. No compartimos contenido ofensivo, evitamos
burlas y cuidamos el lenguaje. Todos merecemos un entorno seguro.
Educar antes de entregar es una forma de
prevenir riesgos, fomentar la autonomía responsable y construir una relación de
confianza en torno al uso de la tecnología.
1.
En casa educamos también en valores: el respeto digital.
Se conoce con el nombre Netiqueta.
Hace referencia a los aspectos básicos de convivencia que desde casa deberíamos
enseñar a los menores cuando utilizan Internet. Una de las reglas más importantes
es que no debemos compartir fotografías, vídeos, audios… de otras personas sin
consentimiento.
Debemos reflexionar con nuestros hijos/hijas
sobre la importancia de reflexionar antes de compartir una imagen, etiquetar a
una persona en una publicación o compartir una conversación. Preguntas como:
“¿Lo harías cara a cara?”, “¿Le gustaría que lo hicieras a esa persona?”,
“¿Podría hacer daño esa publicación?”, “¿Está de acuerdo con que lo hagas?”
ayudan a desarrollar la empatía y el pensamiento crítico antes de compartir
contenido en línea.
2.
Reflexionamos antes de publicar.
Debemos recordarles que lo que publicamos
digitalmente no es efímero, sino que puede circular sin control. Aunque nos
parezca que el contenido ha sido eliminado, alguien ha podido hacer capturas o
grabaciones de pantalla que pueden ser reenviados o compartidos con otras
personas. No se trata de generar miedo, sino prudencia Pensar dos veces antes
de publicar, entender que lo que se publica puede tener un imparto en otras
personas o en uno mismo, son aprendizajes esenciales para hacer un uso
responsable.
3.
Uso adecuado de los grupos de Whatsapp entre menores.
Los grupos de WhatsApp pueden ser útiles,
pero también fuente de conflictos si no se usan con responsabilidad. Desde
casa, debemos educar en su buen uso:
ü Utilizamos el grupo
solo para temas importantes, no para conversaciones triviales.
ü Cuidamos el
vocabulario y tratamos a todos con respeto.
ü No entramos en
discusiones ni respondemos en caliente. Resolvemos los conflictos en privado.
ü Evitamos
malentendidos: somos claros y no interpretamos el silencio como rechazo.
ü No compartimos
contenido sin permiso: imágenes, vídeos, audios…
ü No usamos el grupo
como agenda escolar. Los deberes y trabajos escolares los gestionamos
individualmente.
ü No expulsamos a
compañeros sin motivo: puede ser una forma de acoso. Nadie debe ser excluido
sin motivo.
ü Si vemos contenido
inapropiado lo comentamos en familia, salimos del grupo o bloqueamos si es
necesario.
1.
¿Qué hacer si detectamos algo preocupante?
Como familias debemos saber qué podemos hacer
si detectamos que nuestro hijo/a está implicado en un conflicto relacionado con
el uso del móvil o del grupo de WhatsApp. Ya sea como testigo o implicado, es
muy importante actuar con calma, pero con firmeza:
Ø Escuchamos sin juzgar. Crear un espacio de
confianza para que el menor se pueda explicar es fundamental. Si se siente
atacado o culpabilizado, es probable que se cierre y no comparta lo que está
ocurriendo. Es importante escuchar con calma, sin interrumpir, y mostrar
disponibilidad para ayudar.
Ø Observamos señales de
alerta.
Cambios de humor, evasión, ansiedad al recibir notificaciones, aislamiento,
bajo rendimiento escolar o alteraciones del sueño pueden ser indicadores de que
algo no va bien.
Ø Guardamos las pruebas. Capturas de
pantalla, mensajes, vídeos… pueden ser necesarios si hay que intervenir.
Ø Contactamos con el
centro escolar (si procede). Aunque el uso del móvil no es competencia
directa del centro, los efectos que pueda tener sobre la convivencia sí lo son.
El equipo docente puede colaborar en el seguimiento emocional del menor, estar
pendiente en el aula y activar medidas educativas si el conflicto afecta al
entorno escolar. La coordinación entre familia y escuela es clave para proteger
el bienestar del alumnado.
Ø Buscamos apoyo
profesional (si procede). Si la menor muestra signos de malestar
emocional, ansiedad o aislamiento, puede resultar recomendable consultar con profesionales
de salud mental. La intervención temprana puede evitar que el problema se
agrave.
Ø Recurrimos a
servicios especializados en el tema si es necesario. En caso de duda,
preocupación o necesidad de orientación sobre el uso seguro de la tecnología,
las familias pueden contactar con el servicio de ayuda en ciberseguridad del
INCIBE llamando al 017. Es gratuito, confidencial y está disponible
todos los días del año.
Actuar a tiempo puede evitar que un conflicto digital se convierta en un problema emocional o legal. Por eso, es esencial que las familias dediquen tiempo a compartir experiencias en línea, eduquen con el ejemplo, establezcan límites adecuados y acuerden normas claras. Este acompañamiento refuerza la confianza mutua, promueve una convivencia digital saludable y contribuye a prevenir situaciones que puedan comprometer el bienestar emocional o la seguridad jurídica de los menores.
RECURSOS Y ENLACES DE INTERÉS
Uso responsable de la
tecnología para niños - Primer móvil - Ciberbullying - Fake news – Privacidad
Vídeo para ver en
familia.
https://www.youtube.com/watch?v=tBObvkx_nOg
La guía que no viene
con el móvil
#LeDasUnMóvilyYa
Publicada
por Unicef, con pautas de uso y límites claros.
https://www.unicef.es/infancia-tecnologia/mas-que-un-movil
Ciberseguirdad para
familias
Guía realizada por el
INCIBE
https://www.incibe.es/menores/familias/ciberseguridad
Guía sobre el uso
seguro de Internet, móviles y videojuegos
Publicada
por la Confederación Salud Mental España.Incluye pautas de prevención, factores
de riesgo, decálogo para familias y consejos prácticos.
https://consaludmental.org/publicaciones/Guia-uso-internet-moviles-videojuegos.pdf
Educar en familia.
Pantallas Amigas
Consejos
prácticos para madres y padres sobre cómo acompañar a sus hijos en el uso
responsable del móvil.
https://www.pantallasamigas.net/
Herramientas de
control parental:
https://www.incibe.es/menores/familias/control-parental/
Puesta a punto de su
primer móvil:
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